Empezar a gestionar tus propias finanzas puede ser una tarea desalentadora. Requiere una disciplina que a algunas personas les resulta más fácil que a otras, pero es necesaria para cualquier persona con ingresos limitados.
Es especialmente difícil para los adultos jóvenes a los que les gusta gastar y tienen una vida social activa.
Cuando por fin te encuentras por tu cuenta después de salir de la escuela, empezar tu primer trabajo real puede parecer estimulante, hasta que te enfrentas a las facturas de los servicios públicos, los pagos del seguro del coche y el alquiler. Es el momento de hacer tu primer presupuesto.
Elaborar un presupuesto consiste en unos cuantos pasos de sentido común: calcular tus ingresos y gastos mensuales, comparar ambos, determinar tus objetivos financieros y, por último, ajustar tus gastos para alcanzar tus objetivos.
Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. Hacer un presupuesto es un proceso doloroso. Pero con algunos consejos, esperamos hacerlo un poco más fácil.
5: Utiliza los extractos de la tarjeta de crédito y del banco

Los expertos coinciden en que no hay que limitarse a hacer estimaciones a la hora de elaborar el presupuesto. Calcular tus ingresos es quizás bastante fácil, probablemente tan fácil como comprobar tus últimos talones de cheques (a menos que recibas una pensión alimenticia o trabajes por cuenta propia, por ejemplo). Sin embargo, aunque su dinero probablemente provenga de una sola fuente, sale a través de docenas.
Debes tomarte el tiempo necesario para examinar cuidadosamente todos tus gastos. La mejor manera de hacerlo es utilizando los extractos bancarios y los de las tarjetas de crédito. Estos, a diferencia de tu memoria imperfecta, no mienten. Harás algunas revelaciones interesantes sobre el destino exacto de tu dinero.
Aunque no pagues la totalidad de la factura de la tarjeta de crédito todos los meses (algo que deberías empezar a considerar si es posible), deberías utilizar el extracto de tu tarjeta de crédito para averiguar en qué gastas tu dinero. Esto es importante para saber dónde puedes recortar.
Este podría ser el paso más arduo y minucioso de la elaboración de tu primer presupuesto, pero es esencial. A continuación, te diremos cómo utilizar esa información.
4: Divide los gastos en categorías
Una vez que hayas reunido los extractos de la tarjeta de crédito y del banco de un mes determinado, puedes empezar a desglosar esa información en categorías significativas. Esto le ayudará a visualizar a dónde va su dinero en lugar de limitarse a mirar una lista de transacciones específicas.
Puedes empezar separando las transacciones por tipos. Por ejemplo, las compras en Olive Garden y McDonald’s pueden incluirse en la categoría de “comer fuera”, mientras que otras categorías pueden incluir comestibles, entretenimiento, gasolina o servicios públicos.
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Una vez hecho esto, puedes separar tus gastos en categorías más técnicas: gastos fijos o no fijos y gastos discrecionales o no discrecionales.
Los gastos fijos son los que no cambian de un mes a otro (como el alquiler), pero los gastos no fijos fluctúan (como los servicios públicos). Los gastos discrecionales son innecesarios, mientras que los no discrecionales son necesarios.
El uso de estas categorías puede ser complicado. Por ejemplo, se podría considerar que el alquiler es un gasto no discrecional, pero entonces, tal vez su presupuesto le obligue a mudarse a un lugar más barato. Y aunque la comida es necesaria, puede que esté pagando demasiado por ella. Y el hecho de que un gasto sea fijo no significa que no sea discrecional: piense en la factura del cable o en la suscripción al gimnasio.
Pero el uso de estas categorías le ayudará a tomar decisiones importantes en la planificación de su presupuesto.
3: Establece objetivos realistas
Como cualquier capricho, nuestra dedicación a un presupuesto puede ser fugaz. Aunque puedes sentir una ráfaga de autodisciplina mientras estableces tu presupuesto, debes saber que probablemente no durará mucho. Y lo que es peor, puede convertirse rápidamente en algo desalentador si descubre que no es lo suficientemente fuerte como para ceñirse al presupuesto que ha elaborado.
Debes conocerte a ti mismo y saber a qué eres capaz de renunciar. Por ejemplo, no elimines por completo el postre si sabes que no vas a poder resistirte. En su lugar, puedes cambiar a un postre más barato, o comerlo sólo unas pocas veces a la semana. Al cabo de un tiempo, quizá puedas reducir aún más la cantidad.
También debes asegurarte de que tus objetivos financieros a largo plazo son realistas. Con tu presupuesto, quizá no sea posible ahorrar lo suficiente para comprar una casa en un solo año. Si te propones un objetivo imposible para luego fracasar, podría desanimarte a seguir adelante y poder permitirte una casa en tres años.
2: Reserve algunos ahorros

Como ya hemos dicho, determinar tus objetivos financieros a largo plazo es importante para establecer un presupuesto. ¿Quién quiere correr una carrera con una meta desconocida? El ritmo de una carrera de 5 km es muy diferente al de un maratón. Lo mismo ocurre si quiere ahorrar para un coche o para la jubilación.
Una buena regla general recomendada por la mayoría de los expertos es ahorrar siempre el 10% de su salario. Eso significa utilizar sólo el 90 por ciento de sus ingresos para pagar todos sus gastos de subsistencia. El escritor financiero Ken Little sugiere que ese 10 por ciento no se destine a gastos de manutención, sino que sólo se considere utilizable el 90 por ciento.
Otra regla general es asegurarse de tener suficientes ahorros para poder sobrevivir cómodamente de tres a seis meses de desempleo repentino.
Sin embargo, una vez alcanzado ese punto, no significa que deba dejar de ahorrar. Los planificadores financieros dicen que hay que seguir reservando el 10% e invertirlo.
1: Controle y actualice su presupuesto mensualmente
Una vez que hayas establecido tu presupuesto y te hayas ceñido a él durante un mes completo, te mereces una felicitación. Sin embargo, en palabras de Winston Churchill, “Esto no es el final. Ni siquiera es el principio del fin.
Pero es, quizás, el final del principio”. Cumplir con el presupuesto es un proceso continuo, así que no te descuides sólo porque hayas superado el primer obstáculo.
Revisar el presupuesto con regularidad te ayudará a asegurarte de que realmente lo estás cumpliendo.
Pero el presupuesto no es inamovible. Es posible que llegues a un punto en el que no necesites escatimar y ahorrar con tanta diligencia y puedas permitirte más gastos discrecionales. Más adelante, es posible que cambies tus objetivos a largo plazo y pases de tener un piso a tener una casa, lo que requerirá que vuelvas a ajustarte al presupuesto.
Los cambios estacionales en su presupuesto, como las vacaciones, requerirán algunos ajustes en su presupuesto. Y los gastos inesperados, como la reparación del coche o un embarazo, también pueden cambiar tus planes. No tengas miedo de actualizar tu presupuesto o incluso de ajustar tus planes a largo plazo para adaptarte a los cambios en tu vida.
Al final, practicar la autodisciplina necesaria para ceñirse a un presupuesto te ayudará a ganar control sobre tu vida y muy probablemente a reducir el estrés.